Decimos que una persona está
sometida a una situación de estrés cuando ha de hacer frente a demandas
ambientales que sobrepasan sus recursos, de manera que el sujeto percibe que no
puede darles una respuesta efectiva, lo que provoca un aumento de la activación
del organismo.
Sin embargo, el estrés no siempre es
algo nocivo, ya que en muchas ocasiones la respuesta de estrés pone a
disposición de la persona una cantidad de recursos excepcionales, propiciando
una mejor percepción de la situación, una mejor búsqueda de soluciones y una
mejor selección de respuestas para hacer frente a la situación que lo ha
provocado.
Si ahora entrase un león por la
puerta, todos estamos de acuerdo en que sería una situación estresante. Pues
gracias a esa respuesta de estrés seguramente seamos capaces de buscar una
manera de sobrevivir, como puede ser salir por una ventana o buscar una salida
alternativa. La respuesta de estrés es una respuesta adaptativa que ha
desarrollado el ser humano a lo largo de su evolución para hacer frente a esas
amenazas externas o situaciones en las que se sobrepasan nuestros recursos.
No podemos
imaginarnos a un deportista en los momentos previos a una competición
importante sin emitir alguna respuesta de estrés, pero las consecuencias de
esta respuesta dependerán de si resulta excesivamente frecuente, intensa o
duradera.
En el ámbito del deporte de
competición las exigencias son cada vez más grandes y los deportistas han de
responder a múltiples demandas y la mayoría lo hace con éxito. Sin embargo,
cuando el deportista valora que estas demandas exceden los propios recursos
surge ese exceso de activación que es responsable de la desorganizacion del
comportamiento. Es en este momento cuando nos referimos al estrés como un
trastorno psicológico no deseado, que puede manifestarse en forma de
agotamiento, depresión o ansiedad y que puede dificultar la utilización de
habilidades que un deportista ha adquirido después de muchas horas y años de
práctica.
Muchas veces, por las
exigencias del propio deporte, tratamos de buscar soluciones rápidas, que
resulten más bien mágicas. Y cuando, sobre todo estos días, se habla de la
figura del psicólogo dentro del mundo del deporte mucha gente se pregunta para
qué sirve un psicólogo cuando la demanda sigue siendo que demos una solución
(receta) rápida y éxitosa.
Los deportistas con ansiedad y estrés no descansan,
están constantemente pensando que van a hacer para que las cosas les salgan
mejor, tienen hiperactividad constante, pretenden estar atentos a tantas cosas
que al final acaban sin poder atender a todo lo que querían. Estos sujetos que
viven con estrés tienen una tensión constante que afecta a todo el individuo y
a la gente que vive a su alrededor.
Lo
primero que se va a ir observando en ellos, es que siempre están alerta porque
se agobian con facilidad teniendo bajo nivel de glucosa en sangre, descargas
masivas de adrenalina. La segunda etapa en estos sujetos es la fase de
resistencia que se produce cuando ya ha alcanzado una cierta adaptación a esa
sobrecarga prolongada, el individuo se acostumbra a llevar ese ritmo.
Finalmente, se va a dar la fase de agotamiento que aquí el sujeto se derrumba y
fallan todas las estrategias de adaptación.
Un
deportista intenta muchas veces realizar una actividad y no lo consigue, este
puede tomarlo como un fracaso aunque la haya realizado mejor que la vez
anterior, otro deportista en la misma situación, puede tomarlo como un éxito,
ya que cada vez se encuentra más cerca de llegar a la meta que se propuso.
2.1.
Ansiedad y estrés según la edad
1. De 15-20 años: la ansiedad y el estrés son debidos a la
inexperiencia y la juventud.
2. De 20-28 años: se da una estabilización.
3. De 28-34 años: Aumento de ansiedad y el estrés por la percepción
de pérdida de capacidad de ejecución y fin de la vida deportiva.
2.2.
Ansiedad y estrés según el sexo
·
Hombres: La ansiedad de rasgo es menor y la ansiedad de
estado es mucho mayor.
·
Mujeres: La ansiedad de rasgo es mayor y la ansiedad de
estado es bastante menor.
3.
¿Cómo se manifiestan el estrés y la ansiedad?
Las
manifestaciones de la ansiedad y el estrés se clasifican de diferentes maneras.
3.1. Manifestaciones
cognitivas o subjetivas
Las
manifestaciones cognitivas o subjetivas se pueden interpretar como aquello que
el deportista piensa para poder solucionar un problema. Se manifiesta en
oportunidades como un bloqueo mental que le impide resolver una situación de la
manera más adecuada. A partir de los diferentes niveles de ansiedad ese
deportista puede tener dificultades para armar ideas, sentirse confuso y
desconcentrado como consecuencia de elegir inadecuadamente las decisiones.
Cuando se dice que un jugador de deportista está demasiado “acelerado”, esa
representación de su conducta tiene un origen cognitivo: percibe una realidad
tamizada por una subjetividad que lo conduce a no encadenar sus ideas según su
forma de pensar habitual.
3.2. Manifestaciones
fisiológicas
Las manifestaciones cognitivas
provocan reacciones en el organismo que se manifiestan fisiológicamente. La
ansiedad y el estrés (también el miedo) provocan un aumento del trabajo del
sistema nervioso autónomo, el incremento de la actividad eléctrica de la
epidermis, el aumento de la frecuencia cardiaca y también del ritmo
respiratorio y del tono del aparato músculo esquelético. Sin embargo, cuando se
hable de evaluaciones de la ansiedad y estrés todavía se hace muy difícil
evaluar estas manifestaciones fisiológicas de forma aislada para asignar una
relación con síntomas inequívocos de ansiedad. Sobre todo porque estas
manifestaciones corresponden también a la activación y a la adaptación del
organismo del deportista. De manera que la cuantificación de esos valores para
poder determinar que corresponden exactamente a un estado de ansiedad todavía
no se pueden determinar con absoluta certeza; si no es en relación con el resto
de manifestaciones que conforman este cuadro.
3.3. Manifestaciones
conductuales o emocionales
Estas
manifestaciones son la demostración de los temores e inseguridades que percibe
el deportista y que le hacen variar su conducta. Pueden manifestarse esta
ansiedad en el enfado del deportista (con él mismo o con alguien del ambiente:
un rival, su entrenador, un compañero, etc). Incluso ese enfado, puede
transformarse en furia, disparándose, de forma incontrolable su agresividad. De
este modo, ante estímulos considerados “normales” para un deporte de contacto,
pueden tener reacciones desproporcionadas.
Esas manifestaciones pueden también
ser introspectivas y demostrarse a través de una conducta atemorizada que se
traduce en la notable disminución de sus prestaciones durante el encuentro. En
estos casos, se suele decir que un jugador “desaparece” del juego, porque no
participa del mismo, no se muestra activo y se “esconde” en zonas del campo
alejadas de donde trascurre el juego sin ofrecerse a sus compañeros. En
oportunidades se lo nota “ausente” como consecuencia de un estado de depresión
que lo lleva a una conducta errática deportivamente y lo inhibe para competir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario