Sigo alucinando con lo que dice y como lo dice André Gomes en la entrevista que le hacen en la revista Panenka. Es
brutal, tanto sus declaraciones, como la sinceridad y la facilidad de
transmitir lo que le está pasando y de explicarlo de forma tan correcta.
Ansiedad. Esa gran palabra que todos tememos. Ese estado mental que nos llena de inquietud, de excitación y de una gran inseguridad. Aunque realmente, la ansiedad es simplemente un mecanismo defensivo, un sistema de alerta ante situaciones consideradas amenazantes. La función de la ansiedad es movilizar al organismo, mantenerlo alerta y dispuesto para intervenir frente a los riesgos y amenazas, de forma que no se produzcan o se minimicen sus consecuencias. La ansiedad, pues, nos empuja a tomar las medidas convenientes (huir, atacar, neutralizar, afrontar, adaptarse, etc.), según el caso y la naturaleza del riesgo o del peligro.
Una cosa
queda clara, la ansiedad en el deporte de alto nivel existe y los entrenadores
o cuerpo técnico deben saber cómo combatirla y como ayudar al jugador. Vamos a
pasar a ver varios pequeños extractos de su entrevista, analizarlos un poquito
y posteriormente dar unas pequeñas claves sobre qué se podría hacer:
“No me siento bien en el campo, no
estoy disfrutando de lo que puedo hacer”.
¿Y por qué no disfruta? ¿Qué es lo que está pasando para que no
disfrute en el campo? Que está demasiado centrado en el resultado de sus
acciones, pensando en lo que podría pasar si le saliese mal. No es algo tan
raro en la alta competición. Podemos encontrarnos los casos de Victor Valdés,
Mascherano, Mertesacker…
“Los
primeros seis meses fueron bastante bien, pero luego las cosas cambiaron. Quizá
la palabra no sea la más correcta, pero se volvió un poco infierno, porque
empecé a tener más presión. Entrenando estoy
muy tranquilo. Obviamente que hay algún día que estoy un poco mal de confianza,
porque hasta en los entrenamientos se nota. Sabes que has sufrido. Quizá he
jugado el día antes o dos días antes y aún estoy
con la imagen del partido, que no me permite seguir adelante. Pero en los
entrenamientos me siento cómodo con mis compañeros”
Un síntoma claro de que se siente presionado.
Entrenando se encuentra tranquilo porque no hay la misma presión que durante un
partido: no hay público, nadie más te está evaluando excepto tus compañeros y
el entrenador, en un entrenamiento además te puedes permitir el lujo de
arriesgarte y fallar porque para eso se entrena…. Básicamente, cuando entrena
no piensa en que si falla pasará algo malo, simplemente juega sin presión. En
cambio, cuando sale a jugar, sale con la presión de tener que hacerlo bien si o
si, y así es imposible que se dé concentrado en lo que de verdad importa. Tiene
que haber un cambio de mentalidad: o compites pensando igual que como
entrenas o entrenas pensando lo mismo que cuando compites. Lo ideal es lo
primero pero otra opción válida es lo segundo. Si no hacemos esto no nos valdrá
nada el entrenamiento: será como si entrenásemos a baloncesto y compitiésemos a
fútbol, deportes totalmente distintos.
“Pensar
demasiado me hace daño. Porque pienso en las cosas malas y, después, en lo que
tengo que hacer, y voy siempre a remolque. Aunque mis compañeros me apoyan
bastante, las cosas no me salen como ellos quieren que salgan”
Aquí podemos
ver la importancia de centrarnos en el momento presente y no anticipar eventos
o situaciones futuras. Se le llama ansiedad
anticipatoria. ¿De qué se trata? Pues básicamente una vez que hemos
experimentado una situación en la que hemos sufrido cuando interpretamos que
podríamos sufrir, nos quedamos con esa idea, pensando que estar atentos al
peligro nos hará mejorar y cometer menos errores, consiguiendo todo lo
contrario: como hemos hecho el error nuestro centro de atención, estamos
impidiendo que podamos jugar de forma fluida y disfrutando. No jugamos mejor
cuando tenemos miedo ni cuando nos sentimos criticados. Estar tranquilos,
seguros y alegres es una de las claves para conseguir el éxito. Cuando pasa
esto, lo ideal sería ser capaz de concentrarse
en aquello que has repetido miles de veces en los entrenamientos y que te han llevado a estar donde estás en ese
momento, desviando el pensamiento hacia el juego y al momento presente.
“Me
encierro. No me permito sacar la frustración que tengo. Entonces, lo que hago
es no hablar con nadie, no molestar a nadie. Es como si me sintiera avergonzado“.
Por lo que
dice André, no cuenta con la ayuda de nadie para comentar sus problemas,
quitando a sus amigos, que podrán darle apoyo personal pero no profesional,
para lo cual lo adecuado sería que alguien del cuerpo técnico ejerciese esa
función, ya sea un psicólogo o incluso el mismo entrenador.
¿Qué debería hacer el entrenador
desde el punto de vista psicológico?
·
El día que haga un muy buen entrenamiento, aprovechar la
ocasión para felicitarle y hablar con él siempre a solas intentando averiguar
las causas de su bajo rendimiento en los partidos.
·
Intentar conocer los motivos que le ponen nervioso en los
partidos, pero también aclarar si tienen que ver con el comportamiento del propio
entrenador, compañeros, familiares, etc.
Generalmente,
las razones expuestas por el futbolista podrían ser dos:
1ª: Tiene
miedo a hacer las cosas mal y no responder a lo que se espera de él
(expectativas).
2ª: Su
cabeza está llena de pensamientos negativos relacionados con las consecuencias
de sus acciones, se pone nervioso y no respira bien.
En este
caso, el propio André Gomes afirma que cumple con los dos casos.
Reaccion de Ernesto Valverde ante los pitos a André Gomes.
¿Qué pasos
se deberían seguir?
• Enseñarle artículos de
prensa o vídeos en los que pueda comprobar que futbolistas importantes también
se ponen nerviosos en los partidos
• Durante las sesiones de
entrenamiento, enseñarle las técnicas existentes para realizar una correcta respiración en cada momento o situación que
se produzca en el partido, como por ejemplo la respiración abdominal.
• Trabajar mucho con él la
autoconfianza, alabando las cualidades técnicas, tácticas o físicas en los
entrenamientos buscando también la ayuda de sus compañeros dentro del campo
• Cambiar los pensamientos
y los juicios que el futbolista se crea y que son los que le provocan
nerviosismo, enfocando sus pensamientos hacia otros temas relacionados con los
aspectos futbolísticos del partido, planificando rutinas concretas.
• Reforzar mucho al
jugador en acciones que dependan de su propia conducta, que puede controlar,
haciéndole ver que su trabajo es el adecuado en los entrenamientos y que su
objetivo es trasladar ese trabajo a los partidos.
• Ir metiendo de forma
gradual, poco a poco, tanto en tiempo como en responsabilidad en la dinámica de
los partidos en los que pueda empezar a realizar los primeros objetivos de
realización e ir progresando hasta que pueda realizarlos de manera continua
durante todo el partido.
• Quitar importancia a los valores externos de la competición
(resultado o goles) con el objetivo de eliminar la presión que pueda sentir por
el resultado.
• Si el futbolista siente
esa ansiedad tan de forma más acentuada es los partidos de casa por jugar ante
su público, intentar que vaya jugando antes varios partidos fuera de su propio
estadio, para que vaya adquiriendo confianza y seguridad antes de enfrentarse
de nuevo a su afición.
• Recordar situaciones
anteriores en las que el jugador consiguió un buen resultado en las acciones
del partido en situaciones muy similares a las que va a vivir o está viviendo.
• Intenta
no focalizar tu atención en los posibles silbidos del público: cuando no tengas el
balón en tu poder, mantenerte concentrado en dónde está el balón, como se mueve
tu equipo, como se posiciona el equipo rival…. te ayudará a alejar la atención
de estos factores externos. Una técnica como la parada de pensamiento
o las autoinstrucciones pueden ser efectivas para cambiar el foco atencional.
• El sesgo atencional
consiste en dar vueltas a los pensamientos amenazantes la mayor parte del
tiempo. Por ejemplo, pensar el 90 por ciento del tiempo cosas como:
"y si perdemos", "y si fallo", "y si.... sucede lo
peor". El sesgo interpretativo
consiste en magnificar las consecuencias negativas de un posible error, estimar
en exceso la probabilidad de cometerlo. Pensar que hay pocas probabilidades de éxito
cuando vas a saltar a rematar de cabeza. Por tanto, tenemos que intentar desviar
nuestros pensamientos hacia el juego y no hacia el futuro o hacia la
probabilidad. Concentrarte en aquello que has repetido miles de veces en los
entrenamientos y que te han llevado a estar donde estás en ese momento.
Adjunto enlace de la entrevista: http://www.panenka.org/miradas/pensar-demasiado-me-dano/
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