martes, 13 de marzo de 2018

André Gomes. Ansiedad. ´´No disfruto jugando´´.

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Sigo alucinando con lo que dice y como lo dice André Gomes en la entrevista que le hacen en la revista Panenka. Es brutal, tanto sus declaraciones, como la sinceridad y la facilidad de transmitir lo que le está pasando y de explicarlo de forma tan correcta.





Ansiedad. Esa gran palabra que todos tememos. Ese estado mental que nos llena de inquietud, de excitación y de una gran inseguridad. Aunque realmente, la ansiedad es simplemente un mecanismo defensivo, un sistema de alerta ante situaciones consideradas amenazantes. La función de la ansiedad es movilizar al organismo, mantenerlo alerta y dispuesto para intervenir frente a los riesgos y amenazas, de forma que no se produzcan o se minimicen sus consecuencias. La ansiedad, pues, nos empuja a tomar las medidas convenientes (huir, atacar, neutralizar, afrontar, adaptarse, etc.), según el caso y la naturaleza del riesgo o del peligro.

Una cosa queda clara, la ansiedad en el deporte de alto nivel existe y los entrenadores o cuerpo técnico deben saber cómo combatirla y como ayudar al jugador. Vamos a pasar a ver varios pequeños extractos de su entrevista, analizarlos un poquito y posteriormente dar unas pequeñas claves sobre qué se podría hacer:

 No me siento bien en el campo, no estoy disfrutando de lo que puedo hacer”.

¿Y por qué no disfruta? ¿Qué es lo que está pasando para que no disfrute en el campo? Que está demasiado centrado en el resultado de sus acciones, pensando en lo que podría pasar si le saliese mal. No es algo tan raro en la alta competición. Podemos encontrarnos los casos de Victor Valdés, Mascherano, Mertesacker…

Los primeros seis meses fueron bastante bien, pero luego las cosas cambiaron. Quizá la palabra no sea la más correcta, pero se volvió un poco infierno, porque empecé a tener más presión. Entrenando estoy muy tranquilo. Obviamente que hay algún día que estoy un poco mal de confianza, porque hasta en los entrenamientos se nota. Sabes que has sufrido. Quizá he jugado el día antes o dos días antes y aún estoy con la imagen del partido, que no me permite seguir adelante. Pero en los entrenamientos me siento cómodo con mis compañeros”

Un síntoma claro de que se siente presionado. Entrenando se encuentra tranquilo porque no hay la misma presión que durante un partido: no hay público, nadie más te está evaluando excepto tus compañeros y el entrenador, en un entrenamiento además te puedes permitir el lujo de arriesgarte y fallar porque para eso se entrena…. Básicamente, cuando entrena no piensa en que si falla pasará algo malo, simplemente juega sin presión. En cambio, cuando sale a jugar, sale con la presión de tener que hacerlo bien si o si, y así es imposible que se dé concentrado en lo que de verdad importa. Tiene que haber un cambio de mentalidad: o compites pensando igual que como entrenas o entrenas pensando lo mismo que cuando compites. Lo ideal es lo primero pero otra opción válida es lo segundo. Si no hacemos esto no nos valdrá nada el entrenamiento: será como si entrenásemos a baloncesto y compitiésemos a fútbol, deportes totalmente distintos.

“Pensar demasiado me hace daño. Porque pienso en las cosas malas y, después, en lo que tengo que hacer, y voy siempre a remolque. Aunque mis compañeros me apoyan bastante, las cosas no me salen como ellos quieren que salgan”

Aquí podemos ver la importancia de centrarnos en el momento presente y no anticipar eventos o situaciones futuras. Se le llama ansiedad anticipatoria. ¿De qué se trata? Pues básicamente una vez que hemos experimentado una situación en la que hemos sufrido cuando interpretamos que podríamos sufrir, nos quedamos con esa idea, pensando que estar atentos al peligro nos hará mejorar y cometer menos errores, consiguiendo todo lo contrario: como hemos hecho el error nuestro centro de atención, estamos impidiendo que podamos jugar de forma fluida y disfrutando. No jugamos mejor cuando tenemos miedo ni cuando nos sentimos criticados. Estar tranquilos, seguros y alegres es una de las claves para conseguir el éxito. Cuando pasa esto, lo ideal sería ser capaz de concentrarse en aquello que has repetido miles de veces en los entrenamientos y que te han llevado a estar donde estás en ese momento, desviando el pensamiento hacia el juego y al momento presente.

“Me encierro. No me permito sacar la frustración que tengo. Entonces, lo que hago es no hablar con nadie, no molestar a nadie. Es como si me sintiera avergonzado“.

Por lo que dice André, no cuenta con la ayuda de nadie para comentar sus problemas, quitando a sus amigos, que podrán darle apoyo personal pero no profesional, para lo cual lo adecuado sería que alguien del cuerpo técnico ejerciese esa función, ya sea un psicólogo o incluso el mismo entrenador.


¿Qué debería hacer el entrenador desde el punto de vista psicológico?

·         El día que haga un muy buen entrenamiento, aprovechar la ocasión para felicitarle y hablar con él siempre a solas intentando averiguar las causas de su bajo rendimiento en los partidos.
·         Intentar conocer los motivos que le ponen nervioso en los partidos, pero también aclarar si tienen que ver con el comportamiento del propio entrenador, compañeros, familiares, etc.
Generalmente, las razones expuestas por el futbolista podrían ser dos:
1ª: Tiene miedo a hacer las cosas mal y no responder a lo que se espera de él (expectativas).
2ª: Su cabeza está llena de pensamientos negativos relacionados con las consecuencias de sus acciones, se pone nervioso y no respira bien.
En este caso, el propio André Gomes afirma que cumple con los dos casos. 

 Reaccion de Ernesto Valverde ante los pitos a André Gomes.

 ¿Qué pasos se deberían seguir?

      Enseñarle artículos de prensa o vídeos en los que pueda comprobar que futbolistas importantes también se ponen nerviosos en los partidos
      Durante las sesiones de entrenamiento, enseñarle las técnicas existentes para realizar una correcta respiración en cada momento o situación que se produzca en el partido, como por ejemplo la respiración abdominal.
      Trabajar mucho con él la autoconfianza, alabando las cualidades técnicas, tácticas o físicas en los entrenamientos buscando también la ayuda de sus compañeros dentro del campo
      Cambiar los pensamientos y los juicios que el futbolista se crea y que son los que le provocan nerviosismo, enfocando sus pensamientos hacia otros temas relacionados con los aspectos futbolísticos del partido, planificando rutinas concretas.
      Reforzar mucho al jugador en acciones que dependan de su propia conducta, que puede controlar, haciéndole ver que su trabajo es el adecuado en los entrenamientos y que su objetivo es trasladar ese trabajo a los partidos.
      Ir metiendo de forma gradual, poco a poco, tanto en tiempo como en responsabilidad en la dinámica de los partidos en los que pueda empezar a realizar los primeros objetivos de realización e ir progresando hasta que pueda realizarlos de manera continua durante todo el partido.
      Quitar importancia a los valores externos de la competición (resultado o goles) con el objetivo de eliminar la presión que pueda sentir por el resultado.
      Si el futbolista siente esa ansiedad tan de forma más acentuada es los partidos de casa por jugar ante su público, intentar que vaya jugando antes varios partidos fuera de su propio estadio, para que vaya adquiriendo confianza y seguridad antes de enfrentarse de nuevo a su afición.
      Recordar situaciones anteriores en las que el jugador consiguió un buen resultado en las acciones del partido en situaciones muy similares a las que va a vivir o está viviendo.
      Intenta no focalizar tu atención en los posibles silbidos del público: cuando no tengas el balón en tu poder, mantenerte concentrado en dónde está el balón, como se mueve tu equipo, como se posiciona el equipo rival…. te ayudará a alejar la atención de estos factores externos. Una técnica como la parada de pensamiento o las autoinstrucciones pueden ser efectivas para cambiar el foco atencional.
      El sesgo atencional consiste en dar vueltas a los pensamientos amenazantes la mayor parte del tiempo. Por ejemplo, pensar el 90 por ciento del tiempo cosas como: "y si perdemos", "y si fallo", "y si.... sucede lo peor". El sesgo interpretativo consiste en magnificar las consecuencias negativas de un posible error, estimar en exceso la probabilidad de cometerlo. Pensar que hay pocas probabilidades de éxito cuando vas a saltar a rematar de cabeza. Por tanto, tenemos que intentar desviar nuestros pensamientos hacia el juego y no hacia el futuro o hacia la probabilidad. Concentrarte en aquello que has repetido miles de veces en los entrenamientos y que te han llevado a estar donde estás en ese momento.

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