El rendimiento grupal.
Los psicólogos deportivos y los entrenadores saben que el
rendimiento de los atletas es diferente en los entrenamientos que en la
competición. El efecto de la presencia de una multitud que anima a los atletas
o a uno de los equipos ha sido ampliamente documentado desde las investigaciones
sobre la facilitación social y sobre territorialidad. En deportes de equipo
sucede que los equipos tienen más posibilidades de ganar cuando juegan en casa;
la estrategia de defensa o ataque y el sistema de juego pueden estar en función
de esta circunstancia.
Pero el rendimiento deportivo no depende tan sólo del efecto
de la presencia de un público u otros atletas, sino que también depende de la
interacción coordinada de éstos. Hay deportes en equipo donde la coordinación
de los atletas es muy reducida (como en las carreras de relevo 4x100 ó 4x400),
mientras hay otros en los que la coordinación es una pieza clave en el
rendimiento de los equipos (como, por ejemplo, en baloncesto). Es por todos conocido que un grupo
constituido por los mejores deportistas no forma necesariamente el mejor
equipo. Como también es de sobra conocido que el rendimiento de un equipo
no depende tan sólo de las cualidades y habilidades de cada uno de sus
jugadores, sino también de la coordinación de sus miembros en una tarea (la
práctica del deporte) en equipo. Hay toda una serie de parámetros que deben ser
tenidos en cuenta por los que las características del rendimiento grupal
modifican sustancialmente el rendimiento individual.
El modelo teórico más influyente que ha tratado de dilucidar
los efectos obtenidos en el rendimiento de los grupos interactivos ha sido el
de Steiner. Según Steiner, el rendimiento y la productividad grupal dependen de
tres clases de variables:
a) Las demandas de la tarea serían los requisitos o
exigencias impuestas al grupo por la tarea misma o por las reglas con las
cuales debe realizarse la tarea.
b) Los recursos humanos incluyen todas las aptitudes,
conocimientos, capacidades, habilidades o herramientas relevantes que poseen
los individuos que utilizan para resolver la tarea. Las demandas de la tarea
determinan el tipo y la cantidad de recursos que han de ser utilizados. Si se
consideran en conjunto, las demandas de la tarea y los recursos del grupo
determinan el nivel máximo de productividad que puede alcanzar el grupo (el
denominado rendimiento potencial).
c) Las variables de proceso se refieren a las acciones y a
los pasos emprendidos por el grupo cuando se enfrenta con una tarea. El proceso
no abarcaría sólo las acciones directamente relevantes para la tarea, sino
también todas las acciones intra e interpersonales utilizadas para la
consecución de la meta, así como aquellas acciones improductivas provocadas por
la frustración, las motivaciones competitivas o los malentendidos.
El modelo de Steiner ha sido considerado como un modelo del
déficit grupal, ya que los procesos de grupo nunca podrían aumentar el
rendimiento o productividad potencial, tan sólo podrían aumentar o disminuir la
diferencia entre el rendimiento real y el rendimiento potencial. Recuérdese que
la relación que establecía Steiner entre rendimiento real, rendimiento
potencial y pérdidas del proceso era:
·
Rendimiento real = rendimiento potencial –
pérdidas de proceso.
El rendimiento
potencial, en el deporte, haría referencia, por tanto, a la mejor ejecución
posible de un equipo deportivo, teniendo en cuenta la capacidad, los
conocimientos y las destrezas físicas y mentales de cada jugador, así como las
exigencias del cometido. Según el modelo de Steiner, la capacidad individual de
cada jugador constituiría probablemente el recurso más importante de los
equipos deportivos. El rendimiento real se aproximaría al rendimiento potencial
cuando un equipo utilizara con la máxima eficacia sus recursos disposicionales
para satisfacer las demandas de la tarea.
El rendimiento
potencial de un grupo es casi siempre muy superior al rendimiento real
debido a los procesos grupales defectuosos. Pero, ¿cuáles son los procesos que
tienen lugar en los grupos que deteriora el rendimiento grupal? Las
investigaciones sobre el rendimiento grupal han detectado dos tipos de pérdidas
debidas a procesos de grupo:
a) Pérdidas de
motivación: que tienen lugar cuando los miembros del equipo no hacen un
esfuerzo del 100%, dando lugar a lo que se ha denominado holgazanería social
(Latané, Williams y Harkins, 1979).
b) Pérdidas de
coordinación: que tienen lugar cuando no hay un acoplamiento entre los
campaneros del equipo o se usan estrategias ineficaces.
Holgazanería social
Ingham, Levinger, Graves y Peckman (1974) citaron un estudio
realizado por Ringelmann, en el que se demostraba, en una tarea de tirar de la
cuerda (véase Tabla I) que, a medida que aumentaba el número de miembros del
grupo, la aportación individual era menor, aunque en conjunto el rendimiento
del grupo era superior. Ingham y cols. (1974) replicaron el efecto Ringelmann y
comprobaron que el efecto se debía principalmente a la pérdida de motivación de
los individuos, más que a la pérdida de coordinación.
La holgazanería social, entendida como la reducción del
esfuerzo individual en grupo, tiene lugar en todos los tipos de grupos, por lo
que en los grupos deportivos no es ninguna excepción. Existen una serie de
factores que contribuyen al surgimiento de la holgazanería social en los
grupos:
a) Estrategia de
reparto: este tipo de estrategia consiste en que los individuos están
motivados en trabajar duro, pero tal esfuerzo lo reservan para el trabajo
individual no grupal, ya que de esta forma es más beneficioso para ellos.
b) Estrategia
minimizadora: los miembros de forma individual están motivados en hacer tan
poco esfuerzo como el que sea posible en grupo, ya que pueden difuminar su
responsabilidad en la menor ejecución y rendimiento grupal.
c) El efecto del
“gorrón”: los individuos disminuyen su rendimiento porque piensan que no
son indispensables.
d) El efecto “primo”:
los individuos disminuyen su rendimiento porque no quieren que un gorrón se
aproveche de ellos.
La disminución a la aportación global ocurre con más
probabilidad cuando los miembros del grupo perciben que sus contribuciones no
son ni identificables ni indispensables, y cuando piensan que su contribución
es desproporcionada en relación con la que efectúan otros miembros del grupo. Cualquier
grupo social debe tratar el problema de la holgazanería social y buscar
soluciones para reducirlas al máximo. Cuando los miembros del grupo estiman que
sus ejecuciones individuales son identificables y conocidas por los demás, la
holgazanería social se reduce al máximo porque los miembros del grupo abandonan
la sensación de anonimato. Por todo ello, en el ámbito deportivo, los
entrenadores y preparadores físicos deben controlar de forma constante los
esfuerzos individuales de los integrantes del equipo y deben proporcionar un
feedback adecuado, tanto en el entrenamiento como en las competiciones. Las
grabaciones en vídeo y los registros de observación son buenos procedimientos
para identificar la aportación de cada deportista en su equipo.
La influencia del
tamaño del grupo en el rendimiento y clima del equipo.
A los psicólogos sociales les ha interesado desde hace
décadas la influencia del tamaño del grupo. A priori no se puede establecer un
número ideal para conseguir un óptimo funcionamiento del grupo. Un grupo de 5 ó
6 individuos es suficientemente numeroso para estimular la implicación de sus
miembros y lo suficientemente pequeño para facilitar la participación. Si el
grupo es más numeroso, se dificulta su organización y su coordinación. En las competiciones
deportivas por equipos, el número de jugadores de cada equipo está previamente
establecido por las reglas del juego. Ahora bien, el número de jugadores que
integran un equipo puede variar enormemente en función del deporte. Es
indiscutible que al aumentar el tamaño del equipo aumenta su productividad
potencial, al aumentar la cantidad de recursos disponibles. Pero para un
entrenador el aumento del tamaño del equipo dificulta la coordinación de los
entrenamientos y la dedicación individualizada a cada uno de los jugadores.
Además, los miembros de equipo se desmotivan. Al aumentar el tamaño del grupo
se reduce la participación de cada uno de sus miembros y se reduce el
sentimiento de responsabilidad.
De aquí que muchos entrenadores de equipos que requieren la
participación de gran número de miembros (fútbol, por ejemplo), prefieran
manejar plantillas cortas y polivalentes para evitar la desmotivación y el
efecto de la holgazanería social.
Pérdidas de
coordinación.
En muchos tipos de deportes es muy importante la
coordinación entre los miembros del equipo. Piénsese en la coordinación de los
jugadores de tenis cuando juegan un partido de dobles, o en la sincronización
de los jugadores de baloncesto. En estos tipos de deportes se necesita que los
atletas conozcan bien sus funciones y la del resto de sus compañeros. Los
entrenadores de estos tipos de deportes que exigen una elevada coordinación y
cooperación dedican mucho tiempo y esfuerzo en conseguir que sus jugadores entiendan
y asimilen su sistema de juego. Por el contrario, un entrenador de natación
dedica su tiempo en que sus pupilos aprendan las técnicas individuales de
natación. A medida que el deporte requiera un mayor nivel de coordinación, se
hace más necesaria esta cualidad en los atletas, aumentando la importancia de
los procesos de grupo y disminuyendo un tanto la importancia de la capacidad
individual de cada uno de ellos. En equipos de dos personas (p. ej., una pareja
de tenis) se ha comprobado que su rendimiento en superior cuando poseen
aptitudes a un nivel semejante. Cuando se empareja a un jugador de un nivel muy
alto con otro de nivel inferior, puede suceder que el jugador más apto
intentara hacer más de lo preciso, por encima de su capacidad y acabara cometiendo
más errores. Como señalan Weinberg y Gould (1996), las buenas parejas de tenis
suelen ser no los mejores jugadores individuales, sino jugadores muy buenos que
se acoplan y coordinan muy bien.
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