¿Qué es el Mindfulness?
Mindfulness,
conceptualizado como “prestar atención de manera intencional al momento
presente, sin juzgar”, se define como “despertarse de una vida en piloto
automático y ser sensible a la novedad en nuestras experiencias cotidianas”.
El mindfulness
se convierte en un componente de las llamadas terapias psicológicas de tercera
generación. Podemos considerar el mindfulness como una clase de conciencia
centrada en el presente, ni elaborativa ni condenatoria, en la que cada pensamiento,
sentimiento o sensación que surge en el campo atencional es reconocido y
aceptado tal y como es.
La gran
diferencia entre esta técnica y las técnicas psicológicas de 2ª generación es
que en estas se intenta controlar o apartar esos sentimientos o sensaciones y
en cambio en el mindfulness no se apartan, si no que se aceptan y se aprende a
tener conciencia y sabiduría sobre ellos, llevando a cabo su ejecución con
mayor precisión, con menos distracciones y donde el aprendizaje de lo entrenado
podrá fluir de manera automática y libre.
Se trabaja
mediante sesiones estructuradas que luego pasan a formar parte de todo el día,
siendo consciente de todo lo que hacemos.
¿Para qué sirve?
Actualmente
se considera que el trabajo de mindfulness o conciencia plena mejora la
capacidad de regular las emociones, disminuye las disfunciones emocionales,
mejora las pautas cognitivas y reduce la rumiación o exceso de pensamientos
negativos. Se han encontrado importantes mejoras de gestión del estrés y
ansiedad, depresión, mejora del sistema inmunitario y disminución del
dolor y mejora del bienestar y calidad
de vida tanto en individuos sanos como enfermos.
Todas las
intervenciones basadas en la conciencia plena han sido utilizadas hasta ahora
para la optimización del rendimiento, habiéndose encontrado mejoras en dicha
variable y en otras como los niveles de flow, mindfulness y la disminución de
estrés y ansiedad.
Ventajas o puntos fuertes.
Se han realizado diferentes
estudios sobre los beneficios que puede encontrar cualquier persona que
incorpore mindfulness a su vida
(Aparicio Sanz, 2009), pudiendo citar entre los más destacados:
·
Reducir
la distracción mental y aumentar la concentración
·
Potenciar
nuestra autoconciencia
·
Reducir
el sufrimiento
·
Beneficiar
el sistema inmunitario y aumentar el bienestar físico y psicológico
·
Aprender
a relajar cuerpo y mente
·
Fortalecerse
ante la adversidad
·
Desarrollar
un sentido de responsabilidad en el cuidado de la propia salud.
Actitudes clave
- No enjuiciar:
reconocer la marea de etiquetas y juicios mentales sobre la experiencia y
abandonarlos tanto como sea posible.
- Paciencia:
permitir que las cosas sucedan a su debido tiempo y vivirlas tal cual
suceden.
- Mente de principiante: vivir cada momento y experiencia con frescura, como si
fuera la primera vez.
- Confianza:
en uno mismo y en nuestra sabiduría y bondad primordiales, que nos van
siendo reveladas a través de la práctica de la conciencia plena.
- No luchar ni competir: desprenderse del hábito de querer cambiar las cosas
que van surgiendo, sino aceptarlas tal y como son.
- Aceptación:
querer ver las cosas tal y como son, sin
que tengan por ello que gustarnos.
- Dejar pasar:
la práctica del desapego. Permitir que la experiencia sea, sin suprimirla,
exaltarla o aferrarnos a ella.
Mindfulness
en el deporte.
Cada vez más
los deportistas de alto rendimiento están utilizando esta herramienta, como por
ejemplo Novack Djokovic (actual número 1 del tenis mundial) o equipos de la NBA
como los Chicago Bulls y los Angeles Lakers . Además de estos, Phil Jackson, mítico entrenador de los Lakers y de los Chicago Bulls ha sido uno de sus grandes defensores y baluartes.
Y es que la
aplicación del mindfulness en el deporte en general provoca una mayor
claridad mental, necesaria para conseguir evadirse de las preocupaciones y
tensiones, mejorando la atención y la toma de decisiones, además adquieren una
mayor “conexión” con su cuerpo y sus habilidades motrices, mejorando el
rendimiento.
También
las sensaciones de gozo y disfrute durante la práctica
deportiva o actividad física son mucho mayores, ya que se ha mantenido un
estado de menor tensión o sufrimiento mental.
Hablemos
ahora de deporte aeróbico o individual. Imagínad
a toda esa gente a la que de alguna manera no le gusta correr, en muchos casos
es porque se proponen hacer un tiempo o distancia determinada y en sus cabezas
continuamente están pensando en llegar a ese objetivo, “sufriendo” o pasándolo
mal durante ese largo tiempo que ha tardado en llegar a la meta. ¿Qué pasaría
si aplicamos mindfulness? Pues bien, la meta o el objetivo sería cada
instante, es decir, la atención estaría puesta en el momento presente, en
escuchar las sensaciones de mi cuerpo, sentir como mi corazón late más fuerte y
rápido, sentir como mi respiración es mayor, como las endorfinas empapan mi
cabeza, el paisaje, el sol, el viento, el mar, si lo hago con música, sentir la
energía de la música (lo que algunas apps de running llaman
"powersong")…
Pero además,
otro de las aportaciones más interesantes y más significativas es el aprender
a escuchar las señales del cuerpo. El cuerpo manda señales que
anteriormente no eras capaz de reconocer y no solo dolores o
molestias, sino de señales muy poco significativas, lo cual permite saber
cuándo parar en una repetición, en una carrera, o cuándo estirar cierta zona,
cuándo descansar cierta musculatura, etc…
Aplicado a los deportes de rendimiento.
Todos hemos
tenido alguna vez esa sensación después de jugar un partido: “hoy me ha salido
todo”, “he jugado como nunca”, son ocasiones especiales en las que
sientes cómo si estuvieras conectado de alguna forma con el partido, de hecho
también se le llama “estar enchufado”, pues bien, si te das
cuenta en esos partidos es cuando conseguimos jugar sin presión (sin miedos),
sin preocupaciones (sin pensar en futuros, o pasados).
Cuando
aplicamos mindfulness o atención plena a todo lo que conlleva el
juego, a la pelota, a mis sensaciones, a mi cuerpo etc… te darás cuenta de que
es más fácil conseguir esa “conexión” ya que logramos librarnos de esas
preocupaciones, miedos, juicios, etc… que tanto enturbian tu juego y
provocan esa experiencia más conocida del “no me sala nada hoy” o “no sé qué me
pasa”. En situaciones de competición todavía es más notable, ya que los miedos
y las presiones son mayores.
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