martes, 24 de junio de 2014

Y después del deporte.... ¿Qué hay? Afrontando la retirada deportiva.

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En las últimas semanas he escuchado en la radio el caso de un futbolista de élite que se ha retirado hace poco y que no está llevando bien su retirada, admitido por el mismo. Este futbolista es Gabriel Heinze, ex jugador de Manchester United, Real Madrid y de la selección Argentina entre otros. No cabe la menor duda que el deporte constituye, hoy en día, el fenómeno social de mayor relevancia y trascendencia en nuestra sociedad. Los deportistas se han convertido en los ídolos y héroes nacionales. La prensa deportiva ocupa los primeros lugares en la lista de periódicos más leídos; los padres sueñan con que sus hijos alcancen un día el éxito en el deporte importando poco el esfuerzo que ello conlleve… En el momento en el que los deportistas alcanzan el “éxito” se supone que son unos privilegiados, ganan altas cantidades de dinero, tienen prestigio, reconocimiento social etc. Pero…una vez que el éxito desaparece, ¿alguien se acuerda de ellos?

¿Qué lleva a un deportista a la retirada? Las causas de la retirada deportiva.

Sea cual sea el deporte del que hablemos, es evidente que la retirada se producirá en algún momento. El problema fundamental reside en que, en la mayoría de los casos, los deportistas se ven forzados a retirarse; aunque todos ellos son conscientes de que la retirada llegará, pocos son los que están preparados para ello. Además no sólo esto , si no que le retirada de un deportista se produce muchos años antes (dependiendo del deporte varía mucho la franja de edad) que en una persona con otro tipo de trabajo.




Si analizamos sus causas (González y Bedoya, 2008), comprobamos que la retirada es una decisión personal en la que intervienen diversos factores: lesiones, edad, no ser renovado en un equipo, no ser seleccionado, disminución del nivel deportivo, falta de motivación, nuevos proyectos personales, etc. Las retiradas menos traumáticas son aquellas que se realizan de manera voluntaria y planificada, aunque es inevitable sentirse triste cuando se cierra una etapa tan dulce de la vida.

Las consecuencias son significativamente diferentes cuando se "cuelgan las botas" por una lesión irreversible, que cuando se trata de haber alcanzado un tope de rendimiento y haber logrado los objetivos propuestos y el adiós se pronuncia desde la cumbre.

¿Qué aspectos dificultan el proceso de adaptación? La identidad deportiva.

Independientemente del motivo de abandono o del nivel alcanzado, los deportistas que se encuentran al final de su carrera deportiva se enfrentan a un periodo de transición. Una de las variables de mayor importancia en este proceso es la identidad deportiva: el grado en el que un deportista se define a sí mismo como tal. Así los deportistas con una fuerte y exclusiva identidad deportiva tienden a experimentar una gran variedad de dificultades de adaptación social y emocional después de su carrera deportiva.
Con mucha frecuencia, los deportistas se centran exclusivamente en el deporte. Esto implica no solo compartir entrenamientos y competiciones con personas vinculadas a ese entorno sino también pasar una gran cantidad de horas en pabellones o pistas deportivas, vestir ropa deportiva, hablar de deporte o leer prensa deportiva. A esto debemos añadir, que su reconocimiento y valoración se rige únicamente por sus éxitos dentro del deporte. En estos casos, los deportistas experimentan la retirada deportiva como un aspecto muy importante que pierden y que nunca recuperarán. Son personas que no sólo deben buscar nuevas ocupaciones y compañeros sino también deben aprender a desempeñar nuevos roles diferentes al rol de deportista desarrollado hasta el momento.



¿Qué aspectos facilitan el proceso de adaptación? La planificación.

La adaptación a la vida cotidiana tras el abandono de la competición y los entrenamientos dependerá, fundamentalmente, de los recursos disponibles con los que cuenta el deportista. Los deportistas que reciben apoyo de sus familias y amigos discurren por una transición más positiva. Al olvido de los medios de comunicación y de los aficionados nunca debería añadirse el reproche de los más cercanos. No es este tampoco un aspecto sencillo ya que en muchos casos son los familiares y los propios amigos los que de, alguna manera, se benefician de ellos y refuerzan ese status. Los padres, hermanos o las parejas deben acostumbrarse a un nuevo estilo de vida, sin viajes, concentraciones ni entrevistas.

Existe la creencia de que el deporte de élite se ha convertido en un ámbito muy especializado en el que para conseguir resultados el deportista debe focalizarse casi exclusivamente en los entrenamientos y competiciones. Paralelamente, un tema común que surge de la literatura especializada es la resistencia de un gran número de deportistas a planificar sus vidas después del final de sus carreras. La falta de preparación o anticipación a la vida después de la práctica deportiva es uno de los factores principales en la adaptación a la retirada. Algunos deportistas, especialmente, los que no han continuado con los estudios y han podido dedicarse profesionalmente al deporte durante su fase de madurez deportiva, sienten que tienen una falta de preparación muy importante para incorporarse al mercado laboral después de la práctica deportiva .



Una gran parte de esos deportistas realizaron Estudios Universitarios, o bien directamente de Ciencias del Deporte o bien otro tipo de estudios con la intención de aplicarlos posteriormente al deporte. A pesar de estos resultados tan positivos, la experiencia nos confirma que esta realidad no siempre es así, especialmente en determinados deportes, por lo que se hace necesario el desarrollo de programas de asesoramiento vocacional que faciliten la inserción en el mundo laboral una vez finalizada la carrera deportiva.

Entonces, ¿cuándo empezamos a preparar la retirada? En mi opinión, debemos comenzar desde la iniciación deportiva. Se trata de pensar en el deportista como una persona en su conjunto, y no solo como un producto de mercado. Para ello, es interesante:

ü   estudiar y preparar un futuro laboral;
ü   entrenar pensando en la salud y no solo en el rendimiento a corto plazo;
ü   mantener relaciones personales fuera del ámbito deportivo.

La transición será mejor cuantos más recursos se tengan para llenar los espacios vacíos que deja la competición. Así, buscaremos actividades para ocupar ese tiempo, trataremos de ilusionarnos con nuevos proyectos, mantendremos un grado de entrenamiento saludable,…
Una manera de llevar a cabo esta transición es realizar una retirada progresiva. Esto significa no zanjar de repente todo lo que se ha construido durante muchos años, sino bajar paulatinamente las exigencias (cambiar de equipo hacia una liga menos exigente o con menor número de partidos) que requiere el deporte de alto nivel.



Se hace, por tanto, necesaria la implementación práctica y continúa de programas de asesoramiento laboral que faciliten la inserción en el mundo del trabajo de los deportistas una vez finalizada su carrera deportiva. Aunque en países como España, Bélgica o Gran Bretaña se están desarrollando programas de este tipo (Flanagan y Winther,2004), es preciso abarcar un mayor número de deportistas. Debemos resaltar, también, que la utilización de las estrategias y habilidades adquiridas en la práctica deportiva, tales como el trabajo en equipo o la capacidad de esfuerzo, son de enorme utilidad en otras áreas profesionales.

Y por último, dejo una frase que me parece muy acertada para este tema:
Vosotros pensáis que la vida acaba con el fútbol y es cuando empieza”.
(J.M. Baquero y B. Toshack).

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