Hoy voy a hablar de mi experiencia personal como jugador de
fútbol a nivel modesto, ya sea a nivel de clubes o a nivel de equipos en los
que he ido jugando en la universidad y como
se relaciona toda ésta experiencia a nivel de confianza.
Soy un jugador que basa gran parte de su juego en el físico,
ya sea a nivel de explosividad o a nivel de distancia recorrida en los campos.
Para lo segundo es básico mantener un buen nivel en los entrenamientos y
adquirir fondo físico, lo cual no es un problema. Para lo primero es necesario
adquirir ritmo de competición, ya no es sólo una cuestión de mero entrenamiento
físico para ganar potencia y velocidad, si no de adquirir ese ritmo de
competición que te hace saber cuándo utilizarla y cuando no. Casi más que por
mero físico, diría que éste último punto tiene mucha relación con la
comprensión del juego, que se adquiere obviamente jugando, no se adquiere
durante los entrenamientos.
Pero, sobre todo, soy un jugador que me baso en la confianza. Necesito sentirme
confiado en mi juego, sea en la posición que sea, ya que he ido alternando
diferentes posiciones en los últimos años, pero no me siento más confiado en
una posición que en otra, simplemente necesito tener esa confianza en mi juego.
Cómo obtengo ese
nivel de confianza necesario para jugar a mi nivel:
1.
El ritmo.
Como he dicho antes, el hecho de acumular varios partidos en un período de
tiempo determinado me da ese punto extra de explosividad y de capacidad de
comprensión del juego para poder jugar a mi nivel.
2.
La
confianza del entrenador en mi juego. Esto es muy importante. Vengo de
muchos años en los que no he tenido un entrenador en concreto, si no que los
propios jugadores decidíamos quienes jugábamos, y al ser muchas veces partidos
de fútbol sala al final rotábamos y jugábamos todos por igual. Por eso ahora
que tengo un entrenador, necesito ver que muestra confianza en mis capacidades.
Que el entrenador vea como me esfuerzo en los entrenamientos, que sepa valorar
mis cualidades, ya sean las positivas como las negativas, que sepa ponerlas al
servicio del conjunto… y sobre todo que sea justo conmigo, en el sentido de
jugar cuando crea que tengo que jugar por méritos y que me deje en el banquillo
o sin convocar cuando crea que no me lo merezco.
3.
Confianza
de mis compañeros. Esto es algo básico. Debido a lo que explique en el
punto anterior, puesto que vengo de muchos años de fútbol sin entrenador, tener
la confianza de mis compañeros se ha tornado en clave. Ya no sólo que te vean
alguien importante en el equipo, si no que eso también se demuestre en el
terreno de juego, en el sentido de que notes que confíen en lo que puedes
hacer, que te pasen el balón en situaciones difíciles y no sólo eso, que te
pasen el balón cuando estás justo al lado pidiéndoselo. Simplemente sentir que
eres uno más.
A lo largo de todos estos años, siempre he ido cumpliendo el
mismo patrón en todos los equipos en los que he estado: he empezado siendo poco
importante y poco a poco he ido entrando en la dinámica del equipo, he ido
ganando en importancia hasta ser titular indiscutible o incluso capitán de
alguno de estos equipos. Esto ha hecho que siempre me haya sentido importante,
porque entiendo que al llegar a un
equipo que ya está “formado”, seas menos importante que los demás, y una
vez que te van conociendo vayas ganando
en nivel de importancia, y eso al irlo viendo plasmado en las alineaciones
o en la confianza de los demás, refuerza mi autoconfianza.
El problema se da cuando llegas a un equipo y desde el
inicio tienes un nivel de importancia digamos medio-alto, y poco a poco ese
nivel de confianza va bajando, ya sea con el propio entrenador o con los
compañeros. Cuando los compañeros no confían en tus capacidades, cuando ves que
no te pasan un balón aunque seas la mejor opción, cuando te fijas en sus caras
o sus gestos cuando realizas una acción....
Y tú mientras piensas: “Pero,
¿qué queréis que haga? ¡Si nunca me habéis dejado jugar como yo puedo! ¡Si
lo que enseño en los entrenamientos luego no puedo hacerlo en los partidos!”
Jugar fuera de tu posición, notar que juegas los llamados
“partidos menos importantes”, que te pidan jugar de una manera que no es la
tuya, la que sientes, no poder mostrar tus cualidades…
Todo eso va minando
la autoconfianza del jugador de una manera o de otra, haciendo que reduzca su
abanico de movimientos, reduciéndolos a la mínima expresión, a mostrar lo
justito, lo que sabe que no va a hacer mal de ninguna manera, expresando un
nivel mínimo de riesgo en sus acciones, pero limitando su capacidad creativa.
Esto lo que hace es que el
jugador se desinhiba más en los entrenamientos o en partidos con amigos, donde
no hay ninguna consecuencia a sus fallos o errores y donde se premie su
capacidad creativa, haciendo que disfrute mucho más de todo esto que de la
propia competición, donde se va a sentir encorsetado debido a todo lo anterior.
Como
ya hemos dicho en otras entradas del blog, si
el futbolista percibe que controla las situaciones, aumentará su autoconfianza
y su aprendizaje, y es que implica un conocimiento
real de la dificultad del
objetivo, los propios recursos y
posibilidades realistas de
lograrlo.
Durante
la competición es importante que
esté centrado en lograr objetivos de ejecución, como puede ser la misma
concentración, es decir, permanecer atento y concentrado durante todo el
partido... Así el jugador con poca confianza no se obsesionará con el resultado
deportivo que se espera de él y no anticipe posibles resultados, se sentirá sin
tanta presión y con un objetivo muy específico a cumplir.
Por tanto, fomentar
la autoconfianza es un papel muy importante que cumplir para un entrenador, ya
sea fomentándola él mismo, con tareas que veremos ahora, o haciendo que el propio grupo las fomente
por sí mismo, favoreciendo que aparezcan situaciones donde se felicite y se
anime al jugador por mostrar iniciativa propia y que no aparezcan reproches,
malas caras, discusiones, etc… puesto que como hemos visto, todo esto sólo
deriva en un empeoramiento del juego, de la confianza (fomentando que aparezcan
más errores) y quizás del abandono deportivo.
¿Cómo puede
fomentar la autoconfianza el entrenador?
·
Organizar actividades competitivas apropiadas en
los entrenamientos como pueden ser rondas de tiro a puerta, incluso incluyendo
variantes como jóvenes contra veteranos, etc…
·
Establecer objetivos atractivos pero realistas,
centrados en las acciones y no en el resultado, como por ejemplo centrarse
durante los partidos en acciones que hayamos entrenador durante la semana.
·
Elaborar planes adecuados para conseguir los
objetivos, enfatizando el valor del esfuerzo.
·
No juzgar la actuación de los deportistas por
los resultados que dependan de factores ajenos (parada del portero rival a un
disparo de nuestro jugador).
·
No llegar a conclusiones generales a partir de
experiencias aisladas (fallar un centro es igual a “no tienes ni idea de
centrar”.)
·
Evitar juzgar la actuación de los deportistas en
momentos que conlleven experiencias emocionales intensas (expulsiones,
penaltis, …)
No hay comentarios:
Publicar un comentario