lunes, 4 de enero de 2016

Experiencia personal relacionada con la autonfianza.

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Hoy voy a hablar de mi experiencia personal como jugador de fútbol a nivel modesto, ya sea a nivel de clubes o a nivel de equipos en los que he ido jugando en la universidad y como se relaciona toda ésta experiencia a nivel de confianza.

Soy un jugador que basa gran parte de su juego en el físico, ya sea a nivel de explosividad o a nivel de distancia recorrida en los campos. Para lo segundo es básico mantener un buen nivel en los entrenamientos y adquirir fondo físico, lo cual no es un problema. Para lo primero es necesario adquirir ritmo de competición, ya no es sólo una cuestión de mero entrenamiento físico para ganar potencia y velocidad, si no de adquirir ese ritmo de competición que te hace saber cuándo utilizarla y cuando no. Casi más que por mero físico, diría que éste último punto tiene mucha relación con la comprensión del juego, que se adquiere obviamente jugando, no se adquiere durante los entrenamientos.

Pero, sobre todo, soy un jugador que me baso en la confianza. Necesito sentirme confiado en mi juego, sea en la posición que sea, ya que he ido alternando diferentes posiciones en los últimos años, pero no me siento más confiado en una posición que en otra, simplemente necesito tener esa confianza en mi juego.



Cómo obtengo ese nivel de confianza necesario para jugar a mi nivel:

1.       El ritmo. Como he dicho antes, el hecho de acumular varios partidos en un período de tiempo determinado me da ese punto extra de explosividad y de capacidad de comprensión del juego para poder jugar a mi nivel.
2.       La confianza del entrenador en mi juego. Esto es muy importante. Vengo de muchos años en los que no he tenido un entrenador en concreto, si no que los propios jugadores decidíamos quienes jugábamos, y al ser muchas veces partidos de fútbol sala al final rotábamos y jugábamos todos por igual. Por eso ahora que tengo un entrenador, necesito ver que muestra confianza en mis capacidades. Que el entrenador vea como me esfuerzo en los entrenamientos, que sepa valorar mis cualidades, ya sean las positivas como las negativas, que sepa ponerlas al servicio del conjunto… y sobre todo que sea justo conmigo, en el sentido de jugar cuando crea que tengo que jugar por méritos y que me deje en el banquillo o sin convocar cuando crea que no me lo merezco.
3.       Confianza de mis compañeros. Esto es algo básico. Debido a lo que explique en el punto anterior, puesto que vengo de muchos años de fútbol sin entrenador, tener la confianza de mis compañeros se ha tornado en clave. Ya no sólo que te vean alguien importante en el equipo, si no que eso también se demuestre en el terreno de juego, en el sentido de que notes que confíen en lo que puedes hacer, que te pasen el balón en situaciones difíciles y no sólo eso, que te pasen el balón cuando estás justo al lado pidiéndoselo. Simplemente sentir que eres uno más.



A lo largo de todos estos años, siempre he ido cumpliendo el mismo patrón en todos los equipos en los que he estado: he empezado siendo poco importante y poco a poco he ido entrando en la dinámica del equipo, he ido ganando en importancia hasta ser titular indiscutible o incluso capitán de alguno de estos equipos. Esto ha hecho que siempre me haya sentido importante, porque entiendo que al llegar a un equipo que ya está “formado”, seas menos importante que los demás, y una vez que te van conociendo vayas ganando en nivel de importancia, y eso al irlo viendo plasmado en las alineaciones o en la confianza de los demás, refuerza mi autoconfianza.

El problema se da cuando llegas a un equipo y desde el inicio tienes un nivel de importancia digamos medio-alto, y poco a poco ese nivel de confianza va bajando, ya sea con el propio entrenador o con los compañeros. Cuando los compañeros no confían en tus capacidades, cuando ves que no te pasan un balón aunque seas la mejor opción, cuando te fijas en sus caras o sus gestos cuando realizas una acción....

Y tú mientras piensas: “Pero, ¿qué queréis que haga? ¡Si nunca me habéis dejado jugar como yo puedo! ¡Si lo que enseño en los entrenamientos luego no puedo hacerlo en los partidos!”
Jugar fuera de tu posición, notar que juegas los llamados “partidos menos importantes”, que te pidan jugar de una manera que no es la tuya, la que sientes, no poder mostrar tus cualidades…
Todo eso va minando la autoconfianza del jugador de una manera o de otra, haciendo que reduzca su abanico de movimientos, reduciéndolos a la mínima expresión, a mostrar lo justito, lo que sabe que no va a hacer mal de ninguna manera, expresando un nivel mínimo de riesgo en sus acciones, pero limitando su capacidad creativa.



Esto lo que hace es que el jugador se desinhiba más en los entrenamientos o en partidos con amigos, donde no hay ninguna consecuencia a sus fallos o errores y donde se premie su capacidad creativa, haciendo que disfrute mucho más de todo esto que de la propia competición, donde se va a sentir encorsetado debido a todo lo anterior.

  Como ya hemos dicho en otras entradas del blog, si el futbolista percibe que controla las situaciones, aumentará su autoconfianza y su aprendizaje, y es que implica un conocimiento real de la dificultad del objetivo, los propios recursos y posibilidades realistas de lograrlo.
  Durante la competición es importante que esté centrado en lograr objetivos de ejecución, como puede ser la misma concentración, es decir, permanecer atento y concentrado durante todo el partido... Así el jugador con poca confianza no se obsesionará con el resultado deportivo que se espera de él y no anticipe posibles resultados, se sentirá sin tanta presión y con un objetivo muy específico a cumplir.

Por tanto, fomentar la autoconfianza es un papel muy importante que cumplir para un entrenador, ya sea fomentándola él mismo, con tareas que veremos ahora, o haciendo que el propio grupo las fomente por sí mismo, favoreciendo que aparezcan situaciones donde se felicite y se anime al jugador por mostrar iniciativa propia y que no aparezcan reproches, malas caras, discusiones, etc… puesto que como hemos visto, todo esto sólo deriva en un empeoramiento del juego, de la confianza (fomentando que aparezcan más errores) y quizás del abandono deportivo.

¿Cómo puede fomentar la autoconfianza el entrenador?

·         Organizar actividades competitivas apropiadas en los entrenamientos como pueden ser rondas de tiro a puerta, incluso incluyendo variantes como jóvenes contra veteranos, etc…
·         Establecer objetivos atractivos pero realistas, centrados en las acciones y no en el resultado, como por ejemplo centrarse durante los partidos en acciones que hayamos entrenador durante la semana.
·         Elaborar planes adecuados para conseguir los objetivos, enfatizando el valor del esfuerzo.
·         No juzgar la actuación de los deportistas por los resultados que dependan de factores ajenos (parada del portero rival a un disparo de nuestro jugador).
·         No llegar a conclusiones generales a partir de experiencias aisladas (fallar un centro es igual a “no tienes ni idea de centrar”.)

·         Evitar juzgar la actuación de los deportistas en momentos que conlleven experiencias emocionales intensas (expulsiones, penaltis, …)

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