lunes, 15 de septiembre de 2014

Suplentes y no convocados. ¿Cómo lidiar con estas situaciones?

3 comentarios:
 

Es común escuchar entre los jugadores que no suelen ser habitualmente titulares, o tener una muchos minutos en el campo, quejarse sobre las diferencias en el trato que tiene el entrenador con él y con otros jugadores.
Por otro lado, el entrenador, en estos casos, suele lamentarse por idénticas razones. Desde su punto de vista, el jugador no interpreta el mensaje, no rinde cuando lo pone y no responde a la confianza que él le está dando.

¿Quién tiene razón? ¿O quizás ambos tienen razón?



Para el jugador, evidentemente, la presión que siente cuando lo ponen lo desborda, al punto que no puede rendir a satisfacción. Para el entrenador, el jugador no consigue concordar en la sintonía del equipo. Cuando tiene que pensar, acelera, y cuando tiene que acelerar, frena. Y ninguno está faltando a la verdad.
¿Entonces? El problema no está en uno ni en otro, sino en la manera en que se están comunicando. Evidentemente, el mensaje o la manera en que el entrenador cree estar dándole confianza al jugador, llega a este último con una carga o intensidad tal que se traduce en una presión que no lo deja rendir en plenitud.


En los deportes de equipo, es normal que todos o la gran mayoría de los jugadores sean suplentes en algún momento de la temporada. Aunque la suplencia, como es normal, resulte dura e insatisfactoria, los jugadores deben aprender a aceptarla como parte de este deporte, adaptándose a ella sin acomodarse, lo antes posible, evitando ante todo los problemas y conflictos con el entrenador o los compañeros.

Para ello deberán realizar rápidamente una adaptación mental que les permita entrenar con el grado de motivación apropiado, la autoconfianza necesaria para perseverar en el esfuerzo, el nivel de activación y concentración adecuado en cada momento, y el autocontrol emocional y la tolerancia a la frustración suficientes para seguir progresando y estar preparados para ayudar al equipo cuando el entrenador lo considere oportuno.



La pérdida de la titularidad puede resultar muy estresante para muchos deportistas, ya que genera incertidumbre (no tienen claro lo que espera el entrenador de ellos ni su futuro próximo), conflicto con otros compañeros (al tener que competir por el mismo puesto), presión por estar siendo evaluado  (entrenadores, compañeros, familiares…), pérdida de autoestima (al sentirse culpables por defraudar a otros y no conseguir lo que se espera de ellos)….

Saber manejar un equipo no es nada fácil, y una de las situaciones más difíciles de gestionar es saber manejar una convocatoria. Saber gestionar el momento en que decides el equipo titular, los jugadores suplentes y aquellos jugadores que no van a ir convocados.

¿Porqué es difícil? Hay diferentes maneras de gestionar las convocatorias o el equipo titular. Por ejemplo, vamos a hablar del método de las rotaciones. Mediante este método lo que se busca es ir rotando al equipo en casi todos los partidos, a razón de 3-4 posiciones o jugadores nuevos con respecto al partido anterior, buscando así que todos los jugadores se sientan importantes, que todos los jugadores estén en la mejor forma posible y que todos estén listos toda la temporada y preparados para jugar en cualquier momento.

¿Funciona? Sí, pero con matices, ya que llegará un punto en la temporada en que lleguen los partidos de mayor exigencia o los más importantes y en ese momento el entrenador se ve en una difícil situación: ¿Sigo rotando en estos partidos o saco a mi mejor equipo titular?
Si sigue rotando, la armonía de equipo se mantiene aunque se arriesga a perder algo de calidad o de nivel poniendo a jugadores de menos nivel. Si no rota y elige a su mejor equipo posible, se arriesga a que los jugadores suplentes se den cuenta de cual es su papel real y que se sientan en cierta manera engañados ya que la promesa de las rotaciones se cumple en ciertos momentos y en otros momentos no.



Otra opción sería tener un equipo titular más o menos establecido, variando quizás un jugador o dos cada semana en función de cómo hayan ido los entrenamientos o de cómo hayan rendido en el partido anterior, pero si no hay novedades salientables siempre se elegiría el mismo equipo inicial.
¿Funciona? Lo que se consigue con esto es tener un equipo inicial que se conoce muy bien pues siempre juegan juntos. Además suele ser el equipo de más nivel posible, aquel en el que hay más confianza a la hora de conseguir la victoria. Pero también tiene aspectos negativos, como pueden ser el cansancio acumulado de los jugadores al ser siempre los mismos los que juegan y tienen mayor desgaste y además hay otro peligro: el banquillo de suplentes.

Para un jugador no es fácil asumir una suplencia. Obviamente todos los jugadores entrenan para ser titulares, nadie entrena para ser suplente. Pero puede llegar un punto en la temporada en que si tú crees que estás entrenando lo mejor que puedes y aún así siempre eres suplente, puede ser que llegues a acomodarte en esa posición ya que sabes que no tienes nada que hacer para salir como titular, y por tanto el jugador asume su rol pero de forma negativa ya que se relaja.

Aunque sin duda la situación más difícil sería un jugador que sale como titular en un partido, el equipo pierde y en el siguiente partido sale del equipo titular o incluso de la convocatoria. El jugador ante este movimiento puede llegar a asumir que la culpa de la derrota es suya puesto que se siente "señalado" por el entrenador. Y quizás el entrenador solamente ha buscado variantes para buscar una mayor competitividad o que haya un compañero que haya entrenado mejor esa semana. En estos casos la comunicación del entrenador con el jugador es vital. Darle a entender exactamente cuál es la situación, explicarle el porqué de este cambio tan radical y si lo ha cambiado del equipo titular por su mala actuación, explicarle exactamente qué es lo que ha hecho mal y sobre todo, que aspectos debe mejorar para los próximos partidos.



Ante esta situación tan amenazante, es muy importante intentar que el jugador sea lo más objetivo posible, para poder controlarla de forma adecuada, poniéndose alerta y buscando recursos que le permitan hacerle frente, es decir que se prepare bien, siendo paciente y constante, esforzándose a tope en los entrenamiento, aprovechando al máximo las oportunidades que surjan o los minutos de juego que le brinde el entrenador. De lo contrario es probable que el jugador se desmotive y se rinda, si percibe o interpreta que carece de los recursos apropiados o que el coste es demasiado alto para hacerle frente. Otro riesgo importante y del que debemos estar alerta es “exceso de motivación” por intentar resolver rápidamente la situación, que hará que el jugador se exceda en la intensidad cuando sale a jugar desde el banquillo, queriendo resolver o demostrar todo lo que puede hacer en 2 minutos,  cometiendo graves errores y reaccionando de forma impulsiva.

Es común entre los habitualmente suplentes, saltar al campo con ganas de demostrar todo en 2-3 minutos, lo que termina multiplicando la ansiedad provocando que salga aceleradísimo, como si la adrenalina lo hubiera poseído, quedando así demasiado expuesto al error. Poner la meta más allá de los “tres minutos fatídicos” puede ayudar sin dudas a que el jugador no se autopresione pensando en ganarse el puesto cada vez que le toca entrar. Evidentemente, ningún entrenador le da o le quita el puesto a nadie por tres minutos de gloria, y pensar que esos tres minutos no serán tan decisivos o trascendentales va a contribuir a que entre a la cancha más tranquilo, sin tanta presión ni acelere. Si, ya se: es fácil decirlo. Pero también es fácil trabajarlo.

Por este motivo es muy importante fortalecer psicológicamente a los deportistas a través del entrenamiento, manejando de forma adecuada la motivación y la autoconfianza, planteando objetivos y retos alcanzables que les obliguen a realizar un sobreesfuerzo, movilizando todos sus recursos y habilidades de forma controlada, es decir manejando correctamente los éxitos y fracasos, para que así puedan aprender a funcionar correctamente, superando las dificultades y logrando los objetivos marcados por ellos mismos.

De esta forma se consigue que ante una situación negativa (la perdida de titularidad), el jugador sea capaz de convertirla en un reto (volver a hacerse con un puesto en el equipo) y se sienta motivado y con confianza, ya que aunque sabe de la dificultad que conlleva alcanzar su objetivo (volver a ser titular) tiene claro los recursos y habilidades de que dispone o debe desarrollar para lograrlo (percepción de control), porque ya ha pasado por situaciones similares con éxito y fracaso.

Para poder realizar este sobreesfuerzo físico y mental, el jugador debe centrarse en lo que depende de él, esforzándose y aprovechando los entrenamientos al 100%, potenciando sus puntos fuertes y trabajando sus puntos débiles.

3 comentarios:

  1. este articulo es de montse vallejo?

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  2. SI ME PUEDEN AYUDAR.. TENGO UNA SELECCION DE 20 NIÑOS Y NECESITO HACER UNA CONVOCATORIA PARA UN TORNEO DE LO CUAL EXIGEN 12 NIÑOS NADA MAS.. CUALES SERIAN LOS MEDIOS MAS CONVENIENTE PARA QUE LOS NIÑOS QUE NO SON CONVOCADOS NO SE SIENTAN MAL... ESPERO Y ME AYUDEN CON ESTA SITUACION!!

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  3. Buenas tardes.. Tengo un niño de 14 años, juega bien al fútbol,.pero el técnico no lo convica a ninguno de los partidos, lo trata como quisiera aburrirlo,,, que hacer? Gracias

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