En las últimas semanas he escuchado
en la radio el caso de un futbolista de élite que se ha retirado hace poco y
que no está llevando bien su retirada,
admitido por el mismo. Este futbolista es Gabriel Heinze, ex jugador de
Manchester United, Real Madrid y de la selección Argentina entre otros. No cabe
la menor duda que el deporte constituye,
hoy en día, el fenómeno social de mayor
relevancia y trascendencia en nuestra sociedad. Los deportistas se han
convertido en los ídolos y héroes
nacionales. La prensa deportiva ocupa los primeros lugares en la lista de
periódicos más leídos; los padres sueñan con que sus hijos alcancen un día el
éxito en el deporte importando poco el esfuerzo que ello conlleve… En el momento
en el que los deportistas alcanzan el “éxito” se supone que son unos
privilegiados, ganan altas cantidades de dinero, tienen prestigio,
reconocimiento social etc. Pero…una vez
que el éxito desaparece, ¿alguien se acuerda de ellos?
¿Qué lleva a un deportista a la retirada? Las causas de la retirada
deportiva.
Sea cual sea el deporte del que
hablemos, es evidente que la retirada se producirá en algún momento. El
problema fundamental reside en que, en la mayoría de los casos, los deportistas
se ven forzados a retirarse; aunque todos ellos son conscientes de que la
retirada llegará, pocos son los que están preparados para ello. Además no sólo
esto , si no que le retirada de un deportista se produce muchos años antes
(dependiendo del deporte varía mucho la franja de edad) que en una persona con
otro tipo de trabajo.
Si analizamos sus causas (González
y Bedoya, 2008), comprobamos que la retirada es una decisión personal en la que
intervienen diversos factores: lesiones,
edad, no ser renovado en un equipo, no ser seleccionado, disminución del nivel
deportivo, falta de motivación, nuevos proyectos personales, etc. Las retiradas menos traumáticas son aquellas
que se realizan de manera voluntaria y planificada, aunque es inevitable
sentirse triste cuando se cierra una etapa tan dulce de la vida.
Las consecuencias son
significativamente diferentes cuando se "cuelgan las botas" por una
lesión irreversible, que cuando se trata de haber alcanzado un tope de
rendimiento y haber logrado los objetivos propuestos y el adiós se pronuncia
desde la cumbre.
¿Qué aspectos dificultan el proceso de adaptación? La identidad deportiva.
Independientemente del motivo de
abandono o del nivel alcanzado, los deportistas que se encuentran al final de
su carrera deportiva se enfrentan a un periodo de transición. Una de las
variables de mayor importancia en este proceso es la identidad deportiva: el
grado en el que un deportista se define a sí mismo como tal. Así los deportistas con una fuerte y exclusiva
identidad deportiva tienden a experimentar una gran variedad de dificultades de
adaptación social y emocional después de su carrera deportiva.
Con mucha frecuencia, los
deportistas se centran exclusivamente en el deporte. Esto implica no solo
compartir entrenamientos y competiciones con personas vinculadas a ese entorno
sino también pasar una gran cantidad de horas en pabellones o pistas deportivas,
vestir ropa deportiva, hablar de deporte o leer prensa deportiva. A esto debemos
añadir, que su reconocimiento y valoración se rige únicamente por sus éxitos dentro
del deporte. En estos casos, los deportistas experimentan la retirada deportiva
como un aspecto muy importante que pierden y que nunca recuperarán. Son
personas que no sólo deben buscar nuevas ocupaciones y compañeros sino también
deben aprender a desempeñar nuevos roles diferentes al rol de deportista
desarrollado hasta el momento.
¿Qué aspectos facilitan el proceso de adaptación? La planificación.
La adaptación a la vida cotidiana
tras el abandono de la competición y los entrenamientos dependerá,
fundamentalmente, de los recursos disponibles con los que cuenta el deportista.
Los deportistas que reciben apoyo de sus
familias y amigos discurren por una transición más positiva. Al olvido de
los medios de comunicación y de los aficionados nunca debería añadirse el
reproche de los más cercanos. No es este tampoco un aspecto sencillo ya que en
muchos casos son los familiares y los propios amigos los que de, alguna manera,
se benefician de ellos y refuerzan ese status. Los padres, hermanos o las
parejas deben acostumbrarse a un nuevo estilo de vida, sin viajes,
concentraciones ni entrevistas.
Existe la creencia de que el deporte
de élite se ha convertido en un ámbito muy especializado en el que para conseguir
resultados el deportista debe focalizarse casi exclusivamente en los entrenamientos
y competiciones. Paralelamente, un tema común que surge de la literatura especializada
es la resistencia de un gran número de deportistas a planificar sus vidas después
del final de sus carreras. La falta de preparación o anticipación a la vida
después de la práctica deportiva es uno de los factores principales en la
adaptación a la retirada. Algunos deportistas, especialmente, los que no han
continuado con los estudios y han podido dedicarse profesionalmente al deporte durante
su fase de madurez deportiva, sienten que tienen una falta de preparación muy importante
para incorporarse al mercado laboral después de la práctica deportiva .
Una gran parte de esos deportistas
realizaron Estudios Universitarios, o bien directamente de Ciencias del Deporte
o bien otro tipo de estudios con la intención de aplicarlos posteriormente al
deporte. A pesar de estos resultados tan positivos, la experiencia nos confirma
que esta realidad no siempre es así, especialmente en determinados deportes,
por lo que se hace necesario el desarrollo de programas de asesoramiento
vocacional que faciliten la inserción en el mundo laboral una vez finalizada la
carrera deportiva.
Entonces, ¿cuándo empezamos a preparar la retirada? En mi opinión, debemos
comenzar desde la iniciación deportiva. Se trata de pensar en el deportista
como una persona en su conjunto, y no solo como un producto de mercado. Para
ello, es interesante:
ü
estudiar
y preparar un futuro laboral;
ü
entrenar
pensando en la salud y no solo en el rendimiento a corto plazo;
ü
mantener
relaciones personales fuera del ámbito deportivo.
La transición será mejor cuantos
más recursos se tengan para llenar los espacios vacíos que deja la
competición. Así, buscaremos actividades para ocupar ese tiempo, trataremos de
ilusionarnos con nuevos proyectos, mantendremos un grado de entrenamiento
saludable,…
Una manera de llevar a cabo esta
transición es realizar una retirada progresiva. Esto significa no
zanjar de repente todo lo que se ha construido durante muchos años, sino bajar
paulatinamente las exigencias (cambiar de equipo hacia una liga menos exigente
o con menor número de partidos) que requiere el deporte de alto nivel.
Se hace, por tanto, necesaria la
implementación práctica y continúa de programas de asesoramiento laboral que
faciliten la inserción en el mundo del trabajo de los deportistas una vez
finalizada su carrera deportiva. Aunque en países como España, Bélgica o Gran
Bretaña se están desarrollando programas de este tipo (Flanagan y Winther,2004),
es preciso abarcar un mayor número de deportistas. Debemos resaltar, también, que
la utilización de las estrategias y habilidades adquiridas en la práctica
deportiva, tales como el trabajo en equipo o la capacidad de esfuerzo, son de
enorme utilidad en otras áreas profesionales.
Y por último, dejo una frase que me
parece muy acertada para este tema:
“Vosotros pensáis que la vida
acaba con el fútbol y es cuando empieza”.
(J.M. Baquero y B. Toshack).
(J.M. Baquero y B. Toshack).
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