Hola a tod@s. Hoy la entrada va a
ir referida a como se afronta desde la psicología deportiva la lesión de un
deportista. Este es un tema muy importante porque se asume que el deportista va
a entrar en un estado depresivo debido a la incapacidad para realizar la
práctica deportiva habitual, pensamiento de no volver a ser el mismo…. y
dependiendo incluso del tipo de lesión o de si ha recaído o no puede pensar
incluso en dejar el deporte que está practicando. Por eso creo que a pesar de
que considero muy importantes la mayoría de técnicas psicológicas que he
explicado hasta ahora, esta es una entrada muy importante ya que entiendo que
es cuando un deportista lo pasa peor mentalmente y un psicólogo deportivo puede
ser de mucha ayuda a la hora de establecer objetivos, mantener el positivismo
pero siendo realistas….
No voy a extenderme en el uso de las técnicas que se usan porque muchas de ellas ya las he descrito en entradas anteriores (relajación, visualización, establecimiento de objetivos...) pero sí voy a intentar dejar claro el proceso a seguir.
EL ROL DEL PSICÓLOGO EN LAS LESIONES DEPORTIVAS
La lesión del deportista conlleva
unas necesidades de recuperación, de readaptación y de apoyo social tan
específicas que se hace imprescindible conocer las características personales,
sociales y situacionales del sujeto.
El psicólogo deportivo debe tener
una buena formación en psicología de la salud, ya que, en la prevención de
lesiones, debe estar más cerca del bienestar de la comunidad deportiva que de
la intervención individual.
Para intervenir en la fase de postlesión, es
necesario tener conocimientos de clínica, ya que resulta imprescindible una
visión individual del proceso de curación y de rehabilitación del deportista.
En resumen, el especialista en
psicología de la lesión deportiva deberá tener una formación importante en dos
especialidades: Deporte y salud.
Algunos atletas consideran las
lesiones como algo desastroso, algo que da al traste con sus ilusiones; otros
la ven como un alivio, como una forma de interrumpir los entrenamientos; y
algunos como una excusa para eludir sus responsabilidades o, incluso, como un
pretexto para retirarse.
·
Kubler-Ross (1969), en su respuesta de
reacción al dolor, nos describen la reacción habitual ante las lesiones
derivadas del deporte:
a.-
Negación. En pleno shock, los deportistas se niegan a creer lo que les ha
ocurrido y tienden a
restarle importancia a la lesión.
b.-
Cólera. Una vez que la realidad se impone, la furia sustituye a la negación (se
castigan a sí mismos y a los que
les rodean).
c.-
Negociación. El atleta lesionado trata de racionalizar para eludir la realidad
de la situación (me esforzaré más en
el futuro, no volveré a arriesgar, seré más amable, etc.).
d.-
Depresión. Se instala plenamente el reconocimiento de la lesión y sus consecuencias. El atleta experimenta una
gran incertidumbre respecto a su actividad futura
y, con frecuencia, sobreviene un estado depresivo.
OTRAS REACCIONES A LAS LESIONES DEPORTIVAS
·
Pérdida de identidad. Cuando los deportistas
dejan de participar en la competición a causa de una lesión, suelen
experimentar una pérdida de identidad, muy significativa en personas que se
definen a sí mismas tan sólo a través del deporte.
·
Miedo y ansiedad. Al atleta le preocupa su
reestablecimiento, la recaída y, especialmente, si alguien ocupará su puesto
definitivamente (dado que no pueden participar ni competir, tienen mucho tiempo
para pensar).
· Falta de confianza. Dada su limitación para
participar y competir, así como el deterioro de su forma física, los deportistas
pueden perder confianza, pérdida que se traduce en un descenso de la
motivación, un rendimiento inferior o una lesión adiccional.
·
Disminución del rendimiento. Debido a la
debilitación de la confianza y a la pérdida de tiempo de entrenamiento, los atletas
pueden experimentar declives en su rendimiento posterior.
ESTRATEGIAS PARA LA MEJOR RECUPERACIÓN DE LAS LESIONES
Un psicólogo deportivo necesita
recursos de diagnóstico que le permita pronosticar las muestras de deportistas
que presentan mayor probabilidad de lesión, a fin de intervenir tanto a nivel
preventivo como postlesional.
ü
INTERVENCIÓN PREVENTIVA.
Dado
el beneficio psicológico y económico que representa, cualquier propuesta de intervención debe resaltar la importancia de
la prevención más que de la intervención.
Para
elaborar una propuesta exitosa de trabajo de prevención, es necesario conocer los factores que predisponen al deportista a
sufrir lesiones, para así poder incidir sobre ellos
con eficacia. A saber:
l
Factores médico-fisiológicos (estructura
bio-fisiológica del deportista).
l
Factores Psicológicos (personalidad, atención,
motivación, estrés, etc.).
l
Factores deportivos (banquillo, burnout,
responsabilidad, etc.).
ü INTERVENCIÓN POSTLESIONAL
Una de las
tareas del Psicólogo deportivo es ayudar al deportista a recuperarse y a
soportar mejor la carga que representa un período más o menos largo de
recuperación funcional.
Tras una lesión,
uno de los objetivos prioritarios de la intervención es conseguir que el
deportista controle su ansiedad, tenga confianza en los médicos y mantenga su
motivación, sólo así podrá desarrollar el programa de recuperación que se le
plantee, y que, en algunos momentos, va a resultar doloroso, monótono, pesado y
poco esperanzador.
En la
intervención postlesional hay que diferenciar dos fases que van a marcar la
actuación del profesional de la psicología:
a) La fase de inmovilización. Se caracteriza por la enorme
presión que soporta el atleta, la visión negativa de su recuperación y la
presencia de dolor. Suele durar de uno a cinco días con o sin hospitalización y
de un período posterior de convalecencia.
Las
estrategias psicológicas a trabajar en esta fase son:
i. Comunicación (saber hablar/saber escuchar).
Trabajar con el equipo médico para que sepa dar la información suficiente sobre
la lesión y sepa escuchar las dudas que el deportista plantee.
ii. Relajación. Son las técnicas que mejor van a
ayudar al deportista a soportar los malos momentos (dolor, dudas), ya que le
permiten tener un cierto control de sus niveles de activación.
iii. Imaginería. Combinar ejercicios de relajación
con visualizaciones imaginadas de la zona lesionada a partir de la información
médica dada (ya he hablado de estos beneficios en la entrada referida a
visualización).
iv. Establecimiento de objetivos. Trabajar las zonas
corporales no lesionadas con objeto de
no perder potencial atlético (frecuencia de visitas al gimnasio, ejercicios a
realizar, fuerza y resistencia durante las sesiones, etc.).
b) La fase de movilización. Se caracteriza por el trabajo
físico intenso y la recuperación progresiva de los niveles de funcionalidad
motora. Es un período de trabajo más largo que el de la fase de inmovilización.
Según la zona lesionada, diferenciamos tres momentos de trabajo:
Según la zona lesionada, diferenciamos tres momentos de trabajo:
i. Recuperación. Período de tiempo relacionado con
la mejora del músculo-articulación que ha sufrido el traumatismo. Se trabaja el
control del estrés y del dolor, la motivación, la autoconfianza y la
preparación física del resto del cuerpo.
ii. Readaptación. Período de trabajo relacionado con
la mejora de la cualidad física perdida por la lesión (motivación,
concentración y actitud positiva).
iii. Reentrenamiento. Período de trabajo orientado a
recuperar el nivel de la habilidad deportiva descompensado por el tiempo de
inactividad (perder el miedo al fracaso, olvidar la lesión y aumentar el
trabajo).
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