Aquí estoy de nuevo acabando el tema de la
Técnica de la Visualización. Creo que había dejado aparcado un tema que le
interesa a casi cualquier deportista y es cómo afrontar una lesión. Pues usando
una técnica como la visualización podremos afrontar de forma más positiva una
lesión e incluso mantener o incluso mejorar nuestras habilidades técnico-tácticas,
además de favorecer la mejora en el tiempo de recuperación.
Sé que puede parecer increíble pero es cierto,
la visualización ayuda en la recuperación de lesiones tanto en el tiempo de recuperación como en una recuperación más
positiva.
Por poner un ejemplo, cuando a Lance Armstrong
le diagnosticaron cáncer y sólo un 40% de posibilidades de sobrevivir, él mismo
aseguró posteriormente que una de las claves de su recuperación fue imaginarse
todos los días recuperado, imaginarse todos los días como sus células luchaban
con las células cancerígenas para recuperarse….
Cuando un deportista se
lesiona siente dolor en la zona, sus metas a corto, medio y, a veces a largo
plazo, se ven afectadas. Además la parada obligatoria le hace perder el ritmo
de competición... Todo ello afecta a cómo el deportista afronta su lesión y su
posterior recuperación, por lo que resulta imprescindible desarrollar un plan
en el que se tengan en cuenta los aspectos físicos, cognitivos y emocionales
del deportista. Y mediante la visualización se pueden trabajar todos estos
aspectos. De hecho, esta técnica permite:
a) Control
del dolor: La percepción del dolor
es subjetiva, de hecho, cada persona tiene un umbral diferente. Lo que para uno
puede resultar muy doloroso, otro puede soportarlo. Igualmente la percepción
del dolor varía en función del foco atencional. Si una persona se centra
continuamente en la zona dolorida, la percepción del dolor es mayor que si está
centrada en otros estímulos. Por tanto, se puede utilizar la visualización para
modificar el foco atencional, dirigiéndolo de la zona dolorida a otros
ambientes más relajantes (ej: una playa, orilla de un río, etc.).
b) Mantener
las destrezas físicas: Cuando un deportista
imagina que está haciendo un determinado movimiento sin ponerlo en práctica
físicamente, se producen impulsos cerebrales similares a los que se ponen en
marcha cuando hace el movimiento real. De hecho, existe evidencia
empírica que pone de manifiesto que el experimentar movimientos en la
imaginación, genera una inervación en nuestros músculos similar a la producida
por la verdadera ejecución física de un evento. Aunque la actividad muscular
sea menor en el proceso imaginativo en comparación con el movimiento real, este
fenómeno es significativo.
c) Mejorar
la recuperación psicológica: Según la Teoría del
aprendizaje simbólico, la visualización permite a los deportistas representar
procesos complejos codificándolos en componentes más simples. Es decir, permite
ensayar mentalmente la secuencia de pasos necesarios para conseguir la meta
final. Esto favorece la familiaridad de la situación y por tanto, incrementa el
control del deportista sobre la situación y la confianza en sí mismo.
d) Acelerar
el proceso de recuperación: El cerebro dirige todos
los procesos y mecanismos que se producen en nuestro cuerpo. Así por ejemplo,
cuando respiramos nuestro cerebro manda la instrucción de inspirar y espirar.
Ésta puede ser consciente o inconsciente. Normalmente no somos conscientes de
que respiramos, pero en determinados momentos podemos modificar el ritmo a
través de nuestro lenguaje interior, por ejemplo, dando la instrucción de que
sea más lento. Cuando nos lesionamos, automáticamente se activa en nuestro
organismo el sistema inmunológico, que a su vez pone en marcha diferentes
mecanismos para recuperar la lesión lo antes posible. La visualización vívida
de estos mecanismos puede potenciar la recuperación pero, para ello, es
necesario tener un conocimiento detallado sobre la misma y los mecanismos
fisiológicos que sigue el organismo para recuperarla.
e) Recuperación de Lesiones/Alivio de la tensión
muscular: Es muy útil mezclar ejercicios de relajación con
visualizaciones de la zona lesionada (Ej.: imaginar cómo cicatriza un desgarro)
facilitando el efecto Carpenter, es decir, microactivaciones de la zona
corporal imaginada, que provocan un ligero aumento de la fisiología de la zona
lesionada, aportando a la recuperación. De igual forma, precedida de ejercicios
de respiración, es posible imaginar la liberación de la tensión, imaginar
como “escapa” de los músculos o de igual forma en etapa de recuperación,
recrear mentalmente el regreso a la pista.
f) Visualización para mantenerse en forma:
Respecto al proceso de recuperación de una lesión, aquellos deportistas que se han
entrenado en la utilización de la visualización junto
a técnicas de relajación para disminuir
la ansiedad que deriva de las lesiones y
sus procesos de recuperación,
pueden reproducir mentalmente destrezas físicas y de ejecución que los ayuden a mantenerse en forma (táctica, técnica y
físicamente) y preparados para volver,
así como también posibilita producir
emociones que se supone los deportistas
experimentarán a su regreso al
campo de juego, específicamente, la competición. Además, visualizar ayuda
también a ciertos deportistas, como los corredores de
larga distancia, a superar un umbral de deportiva.
En definitiva, la
visualización puede ser una habilidad que ayude a los deportistas a superar sus
lesiones, por lo que se considera positivo que se incluya en los planes de
recuperación de lesiones de los deportistas, adaptándola lógicamente a cada
caso.
De acuerdo a Weinberg, Seaburne y
Jackson (1981) la visualización es
más eficaz si va precedida de la relajación que por sí sola (citado en Weinberg
y Gould, 1996). Se sugiere estimular al deportista a usar todos sus sentidos y sentir los movimientos
como si estuvieran ocurriendo. Incluso, mover y posicionar el cuerpo como si se
estuviera ejecutando la destreza hace que la representación sea más vívida
(Weinberg y Gould, 1996).
Finalmente, cabe mencionar que a
pesar de que la técnica de la
visualización puede utilizarse casi en todo momento, su mayor
utilidad está dada antes y después de los entrenamientos y la competición,
durante los descansos de la acción (tanto en entrenamientos como en competición),
en el tiempo libre del deportista y
durante el proceso de recuperación de una lesión (Weinberg y Gould, 1996).
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