martes, 16 de junio de 2015

¿Para qué sirve la relajación en el deporte?

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Las circunstancias que rodean a la competición deportiva puede derivar en niveles altos de tensión física, psíquica o ansiedad en los participantes que pueden ser lo suficientemente intensas como para provocar una influencia negativa en su rendimiento (Lorenzo, 1997). Esta tensión puede manifestarse también en un aumento de tono muscular que, evidentemente, es necesaria en la competición deportiva, aunque un exceso de la misma produce efectos  indeseados por el deportista. De acuerdo con García-Merita, Pons y Atienza (1994),
nuestros músculos voluntarios trabajan en parejas, mientras unos realizan la contracción necesaria para producir el movimiento (agonistas), otros se relajan o impiden un exceso de ángulo en la palanca del gesto deportivo (antagonistas). El problema puede surgir cuando ambos grupos de músculos (agonistas y antagonistas) experimentan una hipertonicidad que
afecta física y psíquicamente al deportista.
Por lo tanto, parece lógico pensar que “la relajación se usa con frecuencia respecto a los músculos, lo cual significa liberar la tensión y el alargamiento de las fibras musculares, en contraposición al acortamiento que acompaña a la tensión o contracción muscular
(Payné, 2002, p. 13).



La tensión puede manifestarse en tres niveles diferentes; el fisiológico, el conductual y el subjetivo. Para García-Merita, Pons y Atienza (1994, pp. 249-250) “el nivel fisiológico incluye los cambios viscerales, somáticos y corticales. El nivel conductual incluye los
actos externos directamente observables del organismo. El nivel subjetivo se refiere a la experiencia interna consciente del propio estado emocional o afectivo”.
En muchas ocasiones los deportistas se sienten más preocupados por el exceso de tensión muscular, ya que son los músculos los responsables directos de los movimientos involucrados en la tarea a realizar.
Esta circunstancia pone de manifiesto, por un lado, la evidente conexión que existe entre los procesos de tensión-relajación con el cuerpo y  la importancia de los mecanismos que están asociados a la misma. En efecto, tanto el sistema nervioso autónomo como el sistema endocrino, guardan relación directa con el fenómeno de la estimulación nerviosa y la relajación. La estimulación nerviosa es gobernada por el sistema nervioso autónomo a través de sus dos subsistemas; el sistema autónomo simpático (que aumenta la estimulación cuando el organismo se siente amenazado) y el sistema autónomo parasimpático (responsable de
devolver el cuerpo al estado de reposo). Por lo tanto, cuando el organismo se encuentra ante una situación de excitación o dificultad, el sistema nervioso simpático incrementa la actividad del corazón, aumentan la tensión arterial y a frecuencia respiratoria y, se activa un
mecanismo para perder el exceso de calor corporal. Este proceso “capacita al sujeto para llevar a cabo una respuesta física” (Payné, 2002, p. 14) tal y como puede ocurrir ante una situación de competición deportiva. Contrariamente, cuando no existe una situación de excitación o de dificultad, el sistema autónomo parasimpático asume el control que
facilita el estado de calma.



Por otro lado, la relajación está directamente relacionada con el nivel de activación (arousal) que provoca una activación general fisiológica del organismo que varía a lo largo de un continuo, fluctuando desde el sueño profundo hasta la excitación intensa (Gould y Crane,
1992). El nivel de activación, por tanto, “aumenta cuando nos enfrentamos a una situación o suceso placentero, pero también cuando nos amenaza una situación de peligro” (Mora y cols. 2000, p. 105).
Igualmente, en la competición deportiva, pueden darse situaciones que pueden ser interpretadas por el sujeto como amenazantes, lo que puede repercutir en un indeseado nivel de activación. Para la Teoría del Impulso (Spence y Spence, 1966), las relaciones lineales entre el arousal y ejecución, en cuanto a que a mayor nivel de activación también aumenta el nivel de ejecución, sólo parecen ser válidas en algunas disciplinas deportivas donde los patrones motores están fuertemente consolidados y la ejecución implica intensidades de
fuerza o velocidad muy altas (como por ejemplo ocurre en halterofilia).
Sin embargo, sobrepasar los límites del arousal, puede ir en detrimento en la ejecución.

Por otra parte, La Hipótesis de la U Invertida (Yerkes y Dodson, 1908) postula que el rendimiento puede ir en aumento mientras que el arousal haga lo propio paralelamente. Esto sería así hasta cierto punto, donde el aumento del nivel de activación propiciaría un decrecimiento del rendimiento, por lo que ambas, la ausencia de activación y el exceso de la misma perjudican el rendimiento. En cualquier caso, como presenta Hanin (1980) en su Teoría de la Zona de Funcionamiento Óptimo, cada deportista necesita una zona de activación óptima que favorecerá, en su caso, el máximo rendimiento.
Por tanto y ante esta problemática, son numerosos los psicólogos deportivos, entrenadores y deportistas que cada vez son más conscientes de la importancia de reducir niveles elevados de estrés, ansiedad o activación, cara al rendimiento deportivo. Las diferentes técnicas de
relajación pueden proporcionar una reducción en los estados de exceso de tensión, si son aplicadas correctamente por profesionales y entrenadas adecuadamente por los deportistas.



OBJETIVOS PRINCIPALES DE LA RELAJACIÓN.

De un modo genérico, los objetivos de la relajación pueden ir encaminados a prevenir y proteger los órganos del cuerpo de un desgaste innecesario, producido fundamentalmente por el estrés, como tratamiento en distintas condiciones patológicas o como técnica para permitir calmar la mente y favorecer un pensamiento más claro y eficaz (Titlebaum, 1988).
En el ámbito específico del deporte y siguiendo las aportaciones de Buceta (1999) a este respecto, las técnicas de relajación pueden aplicarse con distintos objetivos y en función de estos, cada aplicación determinará:

• La forma en que deberá utilizarse la relajación.
• El grado de intensidad o profundidad de la misma.
• El grado de dependencia del psicólogo.
• El tipo de entrenamiento a realizar.

Para este autor, los principales objetivos de la relajación en el ámbito del deporte serían:

i. La disminución del nivel de activación general del organismo.

Especialmente en estados de sobreactivación no deseados, como cuando los deportistas se encuentran en períodos en los que deben descansar, ayudarles a conciliar el sueño, recuperarse del esfuerzo realizado durante los entrenamientos o compensar niveles de
sobreactivación crónica o casi permanente. Mora y cols. (2000, p. 113) destacan la problemática que suscita la sobreactivación apuntando que “puesto que existen componentes fisiológicos en la sobreactivación, es posible aprender a regular los niveles de tensión. La técnica de relajación (Jacobson 1938) permite llevar esto a cabo”.

ii. Utilización de la relajación como respuesta antagónica a la ansiedad.

Se presenta la desensibilización sistemática como un procedimiento tradicional de la psicología para asociar los estímulos que provocan la respuesta de ansiedad para asociarlos a una respuesta antagónica que es, generalmente, la relajación. Esa respuesta antagónica a la ansiedad provocaría un contracondicionamiento que permitiría al deportista, en ese caso, reducir su ansiedad ante, por ejemplo, una determinada competición o rival.

iii. Control de la activación en situaciones reales de afrontamiento.

Para Buceta (1999, p. 13) “la relajación como estrategia de afrontamiento, es una habilidad apropiada en todas las situaciones estresantes en las que los deportistas deben rendir (…) en estos casos, el objetivo no es la eliminación de la activación sino su control”. Esta aplicación de la relajación como estrategia de afrontamiento, es de suma importancia cuando el deportista la domina puesto que aparecerán situaciones aversivas a las que tendrá que hacer frente durante la competición.

iv. Facilitación de la práctica en imaginación.

Efectivamente, un estado apropiado de relajación puede facilitar la práctica de la imaginación o visualización. Esto es especialmente interesante en los deportes que tratamos en este trabajo (deportes individuales y de adversario) donde, como se vio en el apartado de la atención/concentración (apartado 1.5), los deportistas deben (normalmente) focalizar su atención hacia una dimensión interna-reducida para visualizar mejor los gestos técnicos a
realizar.



Como se puede advertir, son diferentes las posibilidades de este tipo de técnicas y su aplicación debe ir en función de las necesidades del deportista.
Aunque son diversas las técnicas de relajación existentes, vamos a centrarnos en algunas de las que son consideradas por diversos autores (Harris, 1991; Weinberg y Gould, 1996; Onestak, 1991; Buceta, 1999; Mora y cols. 2000; Dosil, 2004) como las de mayor influencia en el ámbito del deporte de competición, con preferencia especialmente a los deportes individuales y de adversario, que es el tema que nos ocupa.
Igualmente y con el propósito de enmarcar las principales estrategias que se orientan a facilitar los procesos de relajación, seguimos las aportaciones de Harris y Harris (1987), Lorenzo (1997) o Williams y Harris (2001). En efecto, y de acuerdo González (1997, p. 85), se pueden seguir dos procedimientos fundamentalmente para alcanzar el mismo objetivo: “Poner ideas de relajación en nuestra mente y cerebro para aliviar la tensión de nuestros músculos o relajar nuestros músculos para aliviar la tensión de nuestra mente
Es decir, por un lado se puede proceder a la búsqueda de la relajación partiendo de las sensaciones de exceso de tono muscular para tomar conciencia de lo que se siente en ausencia de esa tensión (ejemplo de este procedimiento pueden ser la técnica de Relajación Progresiva de Jacobson (1929) y el control de la respiración), por otro, aquellas estrategias que parten de ideas, pensamientos o imágenes de relajación para lograr una disminución del sistema nervioso simpático que derivará en una bajada de presión sanguínea, frecuencia respiratoria y consumo de oxígeno y, por lo tanto, un descenso de la tensión muscular. Un
exponente de estas técnicas es el Entrenamiento Autógeno de Schultz y Luthe (1959) cuyo procedimiento tiene como objetivo que la persona entrenada sea capaz de auto-generar su propia relajación.


El próximo día continuaremos tratando el tema con técnicas como el control de la respiración, el entrenamiento autógeno o la relajación muscular. 

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